lunes, 28 de octubre de 2013

LA NOCHE DIBUJA SOMBRAS

Del libro "La noche dibuja sombras"


                     I
¡Hay que nos llama la fronda!
con su murmullo silente,
con sombras y haces de luces,
con su agüita transparente.
Allí no hay tiempo que acabe,
allí no hay tiempo que empiece.
Por el medio de la fronda
una vereda se mete
donde muy de tarde, en tarde,
entre dimes y diretes
se cuelan los corazones
de jóvenes mozalbetes,
y llegando a un ancho claro
en donde vive la sierpe
por querer saber preguntan
¿qué, qué es eso de la muerte?
La sierpe en su silabar
verídico canto asiente
y comenzando a cantar
se dirige a los presentes.
Sola la muerte es la muerte
y nunca otra cosa que es,
que siendo lo que es no cabe
que otra cosa pueda ser.
-Pues la muerte inmortal es-
Y no pudiendo que sea
otra que pudiera ser,
sola la muerte es la muerte
y nunca otra cosa que es.
Y así llorando los sauces,
con gotas de primavera,
van tintineando en el aire
y penetrando en la tierra.
Y el sol fundido al ocaso
deja lucir las estrellas,
la luna mira en lo alto
salir figurillas nuevas.


               II
Mira, el sol tiene sed
y al fondo del mar
ha bajado a beber, niña.
Tus ojos al cielo han subido
para no perderlo a él,
que oculto para mis ojos,
resplandece en los tuyos,
del cielo colgados.
Tu faz de luna llena
los sigue a su lado
y yo desde aquí os contemplo
importándome el mundo un pimiento
y aquí no hay futuro,
tampoco pasado
y estoy a tu lado,
tiritando de amor
o de lo que sea.
Y así me parece
que siempre he estado
y nada ha pasado, niña,
siempre hemos estado
aquí a tu lado.
Del fondo del mar
ha sorbido colores
que lanza hacia el cielo
y pinta en el aire
desvelados anhelos.
¡Oh, tarde apacible y llena!
Callaos ruidos,
negocios del Hombre apartaos,
dejadme ver a mi niña,
esos dos luceros del cielo colgados,
esa faz de luna sonriente,
ese rojo encendido allá en el poniente,
en donde se enciende el mar
y sube hasta el cielo
la gran llamarada,
corales y algas reflejan las nubes,
cantos de ninfas me traen los vientos,
olores a mar salada,
olores a mar abierto,
mi niña juega en la orilla
yo río corazón a dentro.
¡Oh mar, que tanto ocultabas
has pasado tanto tiempo callada
y yo pobre poeta, desesperaba!
Pero hoy has hablado,
has brillado en tu atardecer
y el mundo todito,
ha brillado contigo
y tú, mi niña del alma has jugado,
has jugado.
Te he visto brincando en las olas,
subiendo hasta el cielo más alto,
cayendo en cascada hacia el mar,
cogiendo conchas en la orilla,
entonando agradable cantar,
mi niña, tanto tiempo escondida,
tanto tiempo callada.
¡Qué ciego yo estaba al no verte!
¡Qué muerto debía de estar!
Para siempre yo ahí me he quedado,
para siempre tú, sonriendo al sol,
para siempre la luna colgada,
para siempre, dos luceros mirando;
para siempre tu canto en el aire,
para siempre tu arrullo en el mar,
para siempre besos, caricias, miradas,
para siempre amor, para siempre hay.

                   III
La noche dibuja sombras
sobre la arena en la playa,
tengo miedo, no respondas,
a mi creciente mirada.

Esta noche hay tanta bulla
sobre la arena mojada,
salen cuerpos reluciendo,
destellos llevan las caras.

Destellos que se han de ver
bajo esta luna tan clara,
el va mirándola a ella,
ella no oculta su cara,
los dos sienten en el aire
un sentimiento que embarga,
amores que andan perdidos
se encuentran de madrugada.

¡ Hay si la luna supiera !
bajo su manto quien ama,
celosa se escondería,
volviéndonos la mañana.

La luna pende en la noche
volviendo la noche clara,
las estrellas de los cielos
iluminan hoy tu cara.

              IV
¡ Hay luna, mi luna luna !
que te quedas hasta el alba,
si mis amores se fueran
me moriría mañana.

La luna baila conmigo
maravillada esta danza,
yo me giro, ella responde,
ocultando su mirada.

Venus, lucero encendido
que alumbras a la mañana,
donde estabas esta noche,
yo te buscaba y buscaba.

Venus con Marte se juntan
en el espejo del agua,
yo beso a mi amor profundo,
va naciendo la mañana.

Noche de estrellas errantes,
de luna grande en tu cara,
de labios recién mojados,
rocío de la mañana.

Las estrellas en los cielos
me arrebatan tu compaña,
yo me pierdo entre dos mundos,
se presiente la mañana.

              V
En este florido jardín
donde danzan tantas flores,
unas desprenden olores,
otras, solo sus colores.
Bailan pétalos al aire,
zumban las abejas locas
y en los sueños de las gentes,
mariposas, mariposas...

            VI
Te recuerdo acacia
con tu tronco hueco
mañanas de lluvia
y yo en tu agujero.

Tus hojas caídas
por el año nuevo,
el viento que canta
por entre tus huesos.

¿ A dónde te has ido ?
arbolito viejo
que mi niño tienes
metido en tu cuerpo.

¿ Dónde lo has llevado ?
dímelo un momento,
silencioso estaba
a escuchar del viento,
coplas que tañía
para sus adentros.

Desde aquí lo siento
yo arbolito viejo,
el canto del niño
lo siento muy dentro.

Si yo soy el mismo
que estoy en tu hueco.
¿quién es el que canta
por este destierro ?

          VII
¡ Hay quien me diera
sol, solecito
en primavera !

¡ Hay quien me ve
sol de febrero
contra la pared !

Mañanita fría
correr de febrero
tu eres la mañana
y yo el derrotero.

Si eres la mañana
y yo el derrotero
¿ quién es el que anda
por este sendero ?

Por este sendero
mañanita fría
anda esta mañana
correr de febrero.

          VIII
Es mediodía en el aire
lo dice el sol en el cielo,
por las calles corretean
algarabía de ensueños.
Suenan ecos de gorjeos
y cantos de niños nuevos,
contra las casas embisten,
rebotan yendo hacia el cielo.

                IX
Hoy han llamado a la puerta          
y por piedad me han pedido,
de una moneda a un millón,
con el gesto compungido.
Yo le he dado dos monedas
para evitarme mas líos,
el se despide con gracias,
yo me quedo pensativo.
Mi almita se va curando
por ese gesto caritativo,
mi corazón bien lo sabe
lo poco que vale un guiño.

Hay si pudiera decirle,
antaño los pobres venían
por nuestra casa cuando el frío,
mujeres con niños colgados
de sus pechos ateridos,
mi madre le daba un buen caldo
y un sitio frente al fuego encendido,
contaban allí sus desgracias
rodeadas las dos de los niños.

                X
Yo sentado aquí en la mesa
enfrente de la ventana,
el cielo es gris, en el aire
una gaviota se nota,
una sirena se siente,
un ruido de motores,
una señora ahí enfrente,
agua tiene la botella,
incolora y transparente.
Un reloj machaca el tiempo
tic, tac que se va el momento.

              XI
Ahora que te he conocido
hasta el aire y el brillo
del sol y la luna
me han parecido
caricias universales
que ha soltado algún chiquillo
Míralos ahora al pasar
la gente es un sonreír,
reflejo del niño aquel
que un día vimos vivir.
Ha burlado los coches
y los edificios,
ha sobrevivido
a los ideales,
que el hombre hizo.

         XII
Son orejas del mar,
me dijiste un día,
y en tus manos abiertas
plateaban, de lindo nácar
brillaban.
Y ahora pasa tu mirada
como un río que no acaba.

             XIII
Ya las nubes lentamente,
entre grises y amarillos,
van cercando poco a poco
al círculo azul del cielo,
van dibujando en el aire
espectros de lo que fueron
y luego borran sus formas
para fundirse en un sueño.
Las hay que fueron del mar
y como en la mar pudieron
sin fronteras, ni barreras
recorrer el ancho cielo.
También de los ríos subieron
y de los valles amenos,
de charcas y los deshielos
se van juntando en el cielo.
Oh ! vosotras quién ahora
coronáis el ancho cielo :
negras nubes que borrasteis
tantas formas de desvelos,
arrojad sobre la tierra
sobre estos campos tan yermos
vuestras aguas ensoñadas
para que viva lo bueno.
Y encayendo por el aire 
lleve escrito en sus adentros
coplas que al estrepitarse
digan de los sentimientos.
Para que siempre la misma y otra
taña las cuerdas del viento,
para que cante quien sabe
en uno y otro momento,
distinguir de las mentiras
verdades que dice el viento.

             XIV
Recuerdas niño los pechos
donde enganchado bebías,
de néctares y ambrosías
todo tu ser recorrías.
¡Ah, cuán bueno era aquel bien!
De males aún no sabías,
sin fin eran tus querencias
y las vidas no vividas.
Luego vino aquel mandón
a delimitar la vida.
Fue entonces cuando empezaba,
ésta ya tan ordenada,
historia que el hombre aquel
para ser necesitaba.
Allí nacía la muerte
de la vida verdadera,
-no vivida, no sabida-
donde aún de cuando en cuando
un recuerdo allí me lleva.
¡Oh, quién pudiera romper
esta prisión de condena
que el hombre al pueblo le impuso
fruto de la fe tan ciega!
Tu sabedor de la muerte,
que bien traducida es futuro,
contéstame si te pregunto
y no te pongas tan rudo.
Ya en ocasiones dijiste
atronándome el sentido,
yo soy quien hace la vida
discurrir por este río,
que desemboca en la muerte
de tu ser, donde yo vivo.
Yo me negué a obedecerte
y hablé como habla un chiquillo.
Si tu vives en mi muerte
donde desemboca el río,
yo muriéndome estoy siempre
y en el agua es donde vivo,
agua que nunca se muere
y que moverse es su sino,
pues agua seguiré siendo
aunque desemboque el río.
Agua soy en la ancha mar,
agua en las nubes subido,
agua en las gotas de lluvia,
agua en hielo convertido,
agua soy del manantial
que baja brincando al río,
siempre llegando y pasando
y siempre en el mismo sitio.

             XV
Ya las rosas de los saucos,
tan prematuras,
sobre lo verde aparecen
de este abril que no lo es.
¿Cómo harán para llegar a junio?
¿Cómo adornarán las fuentes
en la noche de San Juan?
¿Cómo harán, cómo cumplirán
los sueños de las mozas
que ven en la hoguera saltar
sus amores de uno en uno?
¿Cómo harán?
El sol se oculta bailando,
rojo, tras las montañas,
por encima van saltando
los mozos sobre las llamas.
Ellos le piden al sol
y a las llamas que se apagan
que le apaguen los calores
que arden en sus entrañas.
¿Cómo harán?
¿Cómo el aire endulzarán?

                             XVI
Ven otra vez más, expresión del alma desnuda,
sentimiento incontrolable de la pasión pura,
en donde vive la vida, hace tiempo perdida,
de aquel que salió del bosque, por querer saber.
Ven otra vez, carne de mi carne, vida de mi vida,
¿y dime ? de una vez por todas ¿ quién te retiene ?
¿ quién ? impide que te muestres, gracia de la vida,
¿ y quién ? dime tu también, te llama y acaso puede,
por laberintos inextricables, sentir tu alma.

Acaso sea yo el mismo,
sentimiento y voz que clama,
en este tiempo sin fin y,
es el eco que se alarga,
por eso muriéndome estoy,
cada instante que se ensancha
y, viviendo voy también,
mientras el camino se anda.
Pero también prisionero,
soy de una red que me atrapa,
impidiéndome expandirme,
fijándome así me mata,
aunque escurriéndome yo voy
lentamente, entre sus mallas,
fluyendo hacia lo imposible
ausente, de aquí me evada.
Amor que eres tu conmigo,
sentimiento y voz que clama,
donde muere lo sabido
y lo viviendo amenaza
con querer saber que pasa.

                     XVII
Ya la blanca luna nos muestra su danza,
con coros de grillos y de un sapo flauta,
que escondido en la hierva, barítono canta,
ya reina en la noche y se ocultan estrellas,
pero una, su amante, de cerca le presta
los ojos de brillo para la gran fiesta.
¿Con quién bailas luna? Di, ¿quién te corteja?
Blanca luna es callada y no me contesta.
La luna sonriente con su plena-luna
inunda las sombras de la noche oscura,
brillando en tu cara su color de nácar,
a todos invita a volver a la cuna.
La tierra nos mece, los coros nos cantan
y, aquel sapo flauta, barítono encanta.
¿Quién te ha regalado a ti tanta riqueza
que sembrando llevas en la noche eterna?
que no hay más dinero que a ti se parezca,
ni amores más hondos que gozos nos dejas.
Oh! Pálida luna que siembras belleza
y niños nos vuelves de esta noche eterna,
en donde lo bueno infinito es riqueza
y, ya por tu noche de grande alegría,
los niños y gentes revuélcanse en risa
y, allá en la caída de la noche nueva,
torrentes de estrellas la mar se las lleva,
que viene emergiendo lucero del alba,
para enamorarse de tu blanca cara.
Oh! Mi luna llena de la faz de nácar,
Oh! Noche de gozo de mis almas blancas,
deja que me quede para siempre en ambas,
que la gente viva sintiendo añoranza,
de aquello perdido que no es esperanza,
sino que es recuerdo de la misma danza,
que bailó la luna en su primera andanza.

            XVIII
Este sol tan querido antaño,
este viento que también lo fue,
esta agua que regó la tierra
refrescó mi boca y alivió mi sed.
Estas noches misteriosas,
estas estrellas del cielo,
esta luna que me alumbra,
este indescriptible anhelo.
Este sofoco asfixiante,
este morir de la vida,
este terror en la gente,
este perder la alegría.
Este saber del pasado,
este esperar del futuro,
este insaciado vacío,
este bostezo de hastío.

                       XIX
Y cayó la noche envolviendo la villa
Y un sinfín de sombras recobran la vida
Y las nubes tapan a la blanca luna
Y grande el silencio razonar se oía.
Y la luna sale corriendo entre nubes
Y miró tu face que es la vera mía
Y encendió las luces que en sueños dormían
Y brillaron juntas en la noche fría.
Y ahí de los saucos como estrellas brillan
Y mismo parecen luciérnagas vivas
Y son los reflejos de la luz del día
Y es noche de estrellas y la luna mira.
Y puede ser cierto y no todo es mentira
Y siendo la noche no puede ser día.

                       XX
Tristeza me das al pensar en ti niña,
que desbordan las fuentes de los ojos míos,
arroyos de lágrimas cubren mi faz
y camino solo más muerto que vivo.
Pues como ello fuere casi han conseguido
que nuestras querencias caigan al olvido
y aquel que añoramos como amor perdido
por otro ideal lo han sustituido.
Pero tu no temas corazón partido
que nunca se muere lo que se ha vivido,
acaso en el tiempo se encuentre escondido,
para que otros lo hallen y puedan decirlo.
Decirlo es hacerlo y sentirlo es vivirlo
y en cualquier momento del tiempo infinito,
por juegos de niños del azar bendito,
logremos hallarlo cambiado de sitio,
renovado siempre para ser el mismo.
Si tu eres ahora el amor sometido,
por leyes y cuentas se te ha reducido,
a ser mero ejemplo de aquel amor vivo,
entonces ya no eres aquello que digo,
donde tu y yo nos habíamos perdido.

                      XXI
Tus ojos son fuentes donde nace el río,
orlado de matas, floreciendo lirios,
donde jadeantes abrevan los niños,
cuando en primavera van por ti perdidos.
Tus labios carnosos palpitan suspiros
para que despierten los que están dormidos,
tocando a arrebato llama a los sentidos,
en donde reviven amores perdidos.
Tu cuerpo quebradas con riscos altivos,
donde se despeñan los amores míos,
cayendo a tus pies, sollozando ateridos,
porque yo no vivo si no estoy contigo.
Tus manos palomas trayendo el olivo,
anunciando tierra, mundo sumergido,
que en valle de lágrimas hemos caído,
pues lloran los hombres por lo que han perdido.
Tus piernas columnas que se han erigido,
soporte del mundo donde yo camino,
trepando por ellas voy loco perdido,
aturdido y ciego entre mil gemidos.
Tus pechos floridos de néctar de olvido,
en donde los hombres se dan redimido,
volviendo a la vida con forma de niño,
para de una vez y todas lo digo,
se pierdan los males que lleva consigo.

             XXII
Háblame blanca paloma,
zuréame los sentidos,
donde se pierden los hombres,
viven los amores míos.
Allí una vez en el bosque,
debajo de grandes robles,
los niños están jugando,
a no ser nunca mayores.
Yo ahora no sé donde fue,
aunque quisiera decirlo,
no había ricos ni pobres,
todos éramos distintos.
Corría una brisa tenue
bajo la sombra de estío,
trenzábamos los cabellos,
candelas de oro caído,
en limpias noches de estrellas
sobre el robledal perdido.
Allí brotaban las risas
que los vientos esparcían,
ecos de gran alegría,
los pulsos del bosque hacían.
Los niños van descubriendo
gozos que desconocían,
entre las sombras se forman,
por haces de luz que brillan,
vías lácteas con los niños
para que sirvan de guía.

    XXXIII
¡Ya se han ido!
Los pájaros
del nido,
que en esta primavera,
se criaron en mi casa.
Han abandonado
la terraza,
en donde
tiritantes de trinos,
dulces
llamaban a los suspiros,
hay!
de los pájaros del olvido.
Han volado
a lo desconocido,
en donde yo
ya no los distingo
de los otros
pájaros del mismo
color,
comportamiento y trino.