domingo, 6 de diciembre de 2015

SENTIMIENTOS DE OTOÑO






Los servidores del poder son tan pedantes
inútiles y obtusos ante inconvenientes
que surgen de sus líos por leyes recientes
para impedir protestas, justas y decentes:
de las gentes vivas, siempre tan despiertas,
ante los modorros sin inteligencia
de la casta infame que llevan a cuestas.
Credibilidad, idiotez y conformidad,
son su vademécum en donde mirar.
Sentir, pensar, dudar, no se lo consienta
la empresa estatal. Porque si sintieran
tanta vacuidad que hay en sus recetas,
de lo acomodado a leyes y rentas
siempre en beneficio de los que gobiernan,
contra el pueblo vivo que expresa sus quejas.
Sería el desplome de la inmunidad
de los dirigentes de esta sociedad.




Yo que tan poco sé
y tantas veces siento,
enmarañarse en mis mientes,
ideales y sentimientos



Ya están los vientos soplando, arrastrando de la mar
quejas de su existencia, entre neblinas de sal.
No sabemos lo que dicen, pero déjate escuchar,
que penetren tus entrañas, que te inunde su humedad,
que se vierta en tus oídos arrumacos de coral.
Auxilios de los hundidos que no pudiste escuchar,
de las bocas de naufragios que se inundaban de sal.
¡Ah! la mar triste y traidora creadora de orfandad
que a tantos marinos llevas-te a los fondos sin piedad,
morada eternal del Hades donde no vuelves jamás.





Antes de que se nublen mis ojos y
las nieblas oscurezcan  tu presencia
he de gozar tu desnudez sincera
que abre mis entrañas y turba mi existencia.

Amada de las dulces soledades
cuando en penumbra el día languidece
se recoge mi alma en un suspiro
y vivo y muero en ti constantemente.

Tu cuerpo al sesgo pasa ante mi mente
cual visión alegre que se mece
en el aire de un otoño que se muere
y fluyendo está en mi continuamente.

Si entrando yo tu cuerpo se pudiera
tocar la lira que vierte la dulzura,
manando ambrosía de tus pechos
y mieles de tus labios a mis besos.

 Ártemis efesia de mis sueños
despierta las pasiones escondidas
entre años de intrincados laberintos
y sombras de silencios abatidas

Al roce de tu vuelo se desprende
simulacra de la diosa que en ti vive,
no importa, si tu sabes o no sabes,
este mundo, tal cual yo lo concibo.

Ya sé que realidad no entiende de esto,
de amor con cuyo nombre desvanece,
perdiéndose en submundo inexplicable,
allí donde se mueve y acontece.

Al roce de las palabras revive
cuando siente calor entre la gente
amor sin nombre ninguno que le encierre
común a todos razón se nos ofrece.

Tus ojos ante mí se vuelven dudas
y en las dudas es amor donde florece
pasión que nunca sabes de donde viene
y como quieras saber desaparece.

Ya sé, amor, que lo nuestro es imposible
que al mismo tiempo, tu y yo no puede ser
pero es que acaso lo imposible se me vuelve
lo mas gozoso que nos pueda suceder.

Y ahora cuando tocan timbales las estrellas,
redoblan los tambores su pulso celestial,
palpitan a lo lejos los astros su cortejo
y siembran por la noche la baba sensual.

La luna a decreciente sonroja su semblante
mirando como Marte con Venus se acostó
se escuchan sus jadeos por todo el firmamento
ecoando en infinito su encuentro del amor.

Y yo ya me disuelvo entre tus carnes
perdiendo del sujeto identidad,
que viva lo que sea que ello pueda
aún que yo, no pueda entrar jamás,
a la tierra prometida, que algún día
cual paraíso para algunos se abrirá.




Yo busco y olfateo cual sabueso
que instinto obliga, seguir hasta encontrar,
y busco y busco la llama que se apaga,
que me calienta, sin saber en donde está.
sentir, sentir, la siento aunque sin nombre
que pueda hacerla ser realidad
y huellas que no tiene yo persigo
vagando en este mundo sin parar.
Si es caso se me cuela entre las grietas,
que el tiempo ha hundido, mis carnes en la faz.
Corriendo por los surcos de mi cuerpo
penetrándome las lagrimas de sal.
La herida que se ensancha al cauce lagrimal
irriga lo gozoso que diera en sepultar
ideas que pretenden del todo transformar
el gozo del momento, por mañana disfrutar.



He llorado solo en compañía
de la dulce y amorosa soledad
en los huertos, en los bosques y en los valles
y en caminos de frondosa oscuridad,
en los cerros que he subido caminando
mirando en lontananza, he podido contemplar,
valles surcados de ríos rumorosos
cubiertos de arboledas sin igual.
He disfrutado las sombras de la fronda
bisbiseando arrullos al pasar
y he penetrado los secretos del silencio
y de su esencia he podido disfrutar.
He comprendido los dolores de los otros
y he sufrido con ellos ese mal,
he implorado cuando en ello creía,
delante de la iglesia por piedad,
que me pasara por dios a mí la pena
para que el otro pudiera descansar.
Y he visto con mis ojos la locura
del hombre mas creído en ideal
sembrar la muerte entre sus propios hijos
enajenado por creencia en el final.
También he disfrutado la compaña
de aquel que sin saber, te alegra el caminar,
perdiéndose conmigo en el trayecto
confundiéndonos nosotros y el andar.
He sufrido las vergüenzas del desnudo
deslizando las espaldas por detrás
ocultando los rotos que dejaban
al aire libre las carnes de chaval,
entre risas despiadadas de sumisas
entregadas al escándalo y rosario.



Canta al nacimiento de la aurora
bellos trinos desde el árbol el zorzal,
resuenan por la fronda sus silbidos
y despiertan mi vigilia matinal.
¿Qué hay más hermoso que uno pueda disfrutar?
que del canto de las aves escuchar
sus requiebros de trinos y gorjeos
y el silencio acompasando por detrás.
La aurora agradecida por el canto
deja entrever su velo más nupcial,
lapislázuli semienta por el cielo
y allá a lo lejos se puede divisar,
sobre el monte esplendente como nunca
Venus hermoso con un aura sensual.
¿Qué dices con tu canto solitario?
partiendo en dos lo que era oscuridad
lo mismo que tus trinos surgen limpios
rompiendo del silencio soledad .
Bien se siente en esta hora y bien se ve
que el uno solo y todo, él no puede ser,
pues sombras se le cuelan por el día
y por la noche los sueños se han de ver.



La villa en que he nacido la recuerdo
con cantos de jilgueros y cuclillos
margaritas floreciendo en verdes prados
y susurros por arroyos cristalinos.
Sensuales suenan voces de los niños
entre sombras que amores van tejiendo
y al roce de las carnes descubriendo
misterios del mundo, saliendo al encuentro.
¡Ah! si faltara el Hombre poderoso
que reprime los disfrutes y los gozos
que van naciendo en el hacer diario
entre vaivenes de risas y palabros.
Milagro de maravilla es ese día
en que la muerte y el futuro se desdigan
de su saber mentiroso que me obliga
a existir tan pendiente del mañana.
Y me fijo en ese dulce borriquillo
apacible bajo sombra de una rama,
su mirada que se cruza con la mía
serenando mi mirada en su mirada.



Cuando escucho por los medios la diatriba
de lo cuanto que avanzamos en la historia
caminando hacia la cima de la gloria
que espera al Hombre en la meta prometida,
a pesar de los terrores que se cuelan
dócilmente a través de las pantallas,
me da un vuelco el corazón y me reclama
al recuerdo tan lejano que habitaba
ese tiempo de mi niño que soñaba
vuelos de mariposas, libando en plantas,
y contemplo ya sereno el pensamiento
entre dichas y desdichas que me enlazan
al cambiazo que de arriba nos metieron
confundiéndonos sentires por mañanas,
y recorro lentamente como un río
que después de la bajada en la montaña
se arremansa  por los valles largamente
y represa hasta la cola su llegada.
Dicen hambre, dicen frío, dicen muerte,
dicen educación y enseñanza,
comunicación e higiene
nos venden como esperanza.
Y yo me sonrojo y pienso,
como hemos llegado a esto.
Hambre de qué me pregunto
y lentamente regreso
a los días de mi infancia
haber si encuentro ese hueco,
y me hallo con un niño
comiendo de un pan muy tierno
acompañando un chorizo
disfrutando del momento,
entonces cavilo y siento
hambre... no debe de ser,
si es caso es, algún deseo,
de rojas carnes de vaca
que se zampa el señorío.
Y a mi vera siempre en casa
puchero de caldo al fuego,
en verano y en invierno
y si llegado el momento
algún paria de la tierra
llama a la puerta pidiendo
un poquito de sustento
madre le llena un buen cuenco,
caliente caldo vertiendo
que acompaña con pan trigo
y el va comiendo en silencio.
Y ahora dicen, con el hambre
que pasamos otro tiempo,
con el frío,con la muerte,
con la injusticia sufriendo.
Y yo digo, ¡que me pasa!
por qué siento en el momento,
que me están contando un cuento,
otro tiempo y otros tiempos
están metidos en este
que no es tiempo ninguno
que en verdad pueda saberse.
Y ademas que es lo que pasa
en este tiempo presente,
ya que hablamos de miserias
de hambres y de la muerte
y de lo bien que se vive
en este centro omnisciente.
repasemos un momento
lo que en el mundo acontece:
riadas de gentes huyen
los pueblos desaparecen
ante buitres que exprimen
la tierra en la cual perecen,
el mundo lo están sangrando
de las entrañas emergen
convertido en óleo negro
lo que antes fueron vivientes.
Los señores de la guerra
de la nueva biblia, emergen,
liberadores de yugos
con arcanos intereses.
La religión es "El Hombre"
ultimo perro de presa,
fiel sirviente de Dios Padre
Dinero de compra y venta,
y en su nombre arrasa pueblos
mete gentes en pateras
los arrastra por los mares
ahogando sus miserias,            
sembrando por las orillas
cadáveres  en la arena
ante corazones rotos
de impotencia, desesperan...
Y me llama desde el fondo
del sufrimiento las quejas
de mis ojos entre nieblas
al ritmo de las mareas;
pobre mundo, pobre tierra,
pobres que viven en ella,
rebelaros contra el Hombre
hacerles guerra a la guerra
con palabras de razones
que surjan por vuestras grietas.
La lira desenvainad
poetas de la contienda
declamad falta de fe
que es el arma mas certera,
sin la fe no pueden nada
se desvanece su fuerza
sucumbiendo los imperios
ante tanta inteligencia.
Desde el Ponto y Helesponto
a Europa llegar pudieron
los primeros Homo sapiens
que del África salieron,
y ahora de nuevo quieren
huyendo de aquel infierno
en que poderosos hombres
siguiendo ley del dinero
arrasaron con sus casas
les destruyeron los huertos
y caen desde los cielos
bombas que producen muertos.
¿Cuanto hemos avanzado?
les pregunto a los gobiernos,
y la mar susurra al fondo
ahogándose entre espejos
sobre plásticos que inundan
los océanos inmensos.
Aguas y cielos sembrados
de desechos del Dinero
que es lo que mejor produce,
mierdas con  estercoleros,
y miro allá al horizonte
mientras ceno una chuleta
sin gusto que me contente
ni olores que se desprendan,
es la venganza que tienen
las reses que se alimentan
siempre encerradas en cuadras
con piensos como sustento.
Y me recuerda los días
de mi infancia tan lejana,
transportado por las brisas,
fritidas en la distancia,
el olor a costilletas
que enriquecían la estancia.
¿Cuanto hemos avanzado?
me pregunto mientras pienso,
en ciudades impregnadas
de automóviles corriendo,
o aparcados en aceras
o encerrados bajo el suelo
o en los muelles esperando
su destino en otros pueblos.
Ya casi no dejan sitio
pa las gentes sobre el suelo,
se han comido las ciudades,
han inundando con heces,
producidas por los gases
que sueltan constantemente,
al viento de sus escapes
ennegreciéndose el aire.
Pobres tontos son las masas
de individuos que creyendo
que los que creen que mandan
son los que gozan sintiendo,
verdaderas emociones.
Disfrute en sus corazones,
de serviles dependientes
del orden que desde siempre
nos cambia constantemente
lo que hubiera aquí de bueno,
y lo mata y, lo convierte,
en ilusión de si mismo
dándonos gato por liebre.
Y recuerdo las ciudades
de mis visitas de  infancia
Pontevedra junto al Lerez
antes de la pestilencia;
brisas de un mar de fragancias
de bivalvos esparcidos,
de sargazos por la arena
y caracolas marinas,
trenes tranvías y troles
transportando por la ria
el bullicio de las gentes
desprendidas, de cadenas
de atenciones sometidas,
al auto que nos condena
a servirlo día a día.
Y al pasar por la alameda
los magnolios y camelias
de sus ramas desprendían
flores de tanta  hermosura,
que hasta el alma mas impura
se paraba y contentaba
con las formas y figuras
que de las ramas brotaban,
limoneros y naranjos
desde lo alto me miran,
sus frutos a manos llenas
a mi paso se ofrecían .
Yo un muchacho, calzón corto,
entre sus calles bullía
solo, sin miedo ninguno
por entre edificios iba.
El porte de aquellas casas
el esplendor que surgía
de sus pazos y sus plazas
sus hermosas galerías.
Columnas de soportales
en piedra de cantería
labradas por recias manos
lasca tras lasca y pulidas,
como por olas que pulen
la costa en sus embestidas
tras de siglos y milenios
de golpes y de caricias.
Piedras labradas a mano,
piedra abajo, piedra encima;
piedras por los laterales,
piedras con signos de escrita.
¿Cuanto hemos avanzado?
me pregunto cuando miro
edificios que se elevan
por un cielo ennegrecido,
donde pululan venenos
entre gases escondidos
que queman nuestros pulmones
y es el caldo de cultivo
de pestes y enfermedades
sobre el mundo en que vivimos.
¡Ah, como se me escapan
por los surcos de mi cara,
sales en lagrimas blandas
que el aire las rompe y lanza
cayendo sobre las almas;
febles lloviznas... saladas.





Eses ojos con los que me miras
deslizándose al sesgo sin fijar,
desmoronando inútiles ideas
que turban mi sentir
y agitan mi ansiedad.
Reverberan la llama que se esconde
en algún sitio de este cuerpo sin solar,
que vaga ausente de destino y se dirige
hacia delante en un continuo caminar,
dejando al paso suspiros por el aire
que inspiran armonías en tanta soledad
y quiebran las fronteras que levantan
siglos y mas siglos queriendo encarcelar
aquello que se escapa a todo nombre
y vive en algún sitio sin final.




¡ay!, ¡ay!, ¡ay!: que mi niño sueña
con el despertar.
Canciones de cuna
al alba le canto
por si el se despierta
al grito del gallo,
que no sienta pena
al ver la prisión
y si es que la siente
que sepa enjugarse,
sus lagrimas tristes
en esta canción.
Nanas para el niño
de la aurora, arrullos
del bosque sombrío
penetren tu cuerpo
con sus amoríos,
y en mis arrumacos
tiritan los trinos
como allá en los cielos
escintilan brillos,
de astros y luceros
que cobijan sitios
donde guardan sueños
los heridos niños,
por la imposición
de ideales caídos
de lo alto del cielo
sobre nuestros hijos.
Nanas en la aurora
de mi boca saltan
que inundan la alcoba
quebrando-me el alma.





Cuando iba a conformarse ya mi alma
con el fin escrito a fuego en las entrañas,
el zumbido de una abeja me despierta
y desvía mi atención de ese mañana.

Perdóneme el destino la osadía
por dejarme seducir con tal sonido,
pero el quiebro del insecto sobre el aire
rompió mi pensamiento de aburrido.

Y ahora ya no es solo ese zumbido,
sino también haberme descubierto,
las mieles que cayendo del panal
arrojan en mis manos, el néctar derretido.

Dulce que combate lentamente el amargor
de las hieles que el futuro a desprendido
sobre aquello que vivía sin saber
confundido con el aire su latido.





Ahora que este mundo han ordenado
serviles de la industria del Dinero,
animales plantas y montañas
sol y viento, nubes en el cielo.

Aguas dulces y saladas sometidas
a intereses de banqueros y tenderos,
energía limpia y sucia se disputan
haciendo de la tierra, extenso basurero.

Del amor literatura que se vende
arrastrando sentimientos por el suelo,
entre nichos de edificios que se elevan
y destellos de pantallas sobre muertos.

En ciénaga de gases convertidas
las ciudades sobre bases de cemento,
rugiendo por las calles enlutadas,
avanza la bestia, de latón y hierro.

Rebelaros cosas contra vuestros dueños,
que son de mentira su poder supremo,
su saber que saben lo que están haciendo.
Despertad del sueño, su fin es el medio.





Mis recuerdos de la infancia son un huerto
arrullando en regadíos la mañana,
algún frutal dorado al sol de mayo
con trinos de jilgueros y labranzas.
Una mano que me lleva de la mano
por senderos muy profundos en silencio
recubiertos por las sombras caminamos
confundidos nuestros cuerpos con los miedos.
Un murmullo desplazándose en el viento,
mezcla de palabras, relinchos y mugidos,
golpes suaves de vajilla en bodegón,
y tirados por vacas, chirriar de carros.
Agua cantarina alegremente suena
arrullando mis ensueños por la noche
que iluminan por el cielo las estrellas
y en su regazo, mi sentimiento acoge.
Salir de la espesura suavemente
y descubrir asombrado ante mis ojos
la frágil y danzante mariposa
que entre zarza y zarza, jubilosa liba,
los ensueños desprendidos de las cosas.



















                                    



















































                



































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